jueves, 3 de febrero de 2011

¿Y ahora qué...?

Y ahí estabas tú....

no te había visto jamás...

jamás había hablado contigo...

no sabía nada absolutamente nada de tí...

Pero sin embargo un segundo, un sólo segundo bastó para conectar, como hasta ahora no había conectado con nadie....

Quizá fue una mirada, una intuición, las ganas de algo que no pasaba desde hace mucho... no se qué fue lo que nos hizo mantener esa imagen... pero la mantuvimos por unos instantes tan intensos que podía notarse esa energía en todo nuestro alrededor...

Un escalofrío recorrió mi espina a una velocidad de vértigo... siento por primera vez las mariposas en el estómago de las que todo el mundo habla continuamente y que no había tenido oportunidad de dejar volar... hasta ahora...

La conversación fluyó sola.... tras ese momento de tensión en el que disfrutábamos de las vistas como el niño que ve el mar por primera vez y decide buscar su final sin poder levantar la mirada.

No habíamos mediado ni siquiera una docena de frases y ya sabía quién eras, y sobre todo, qué eres para mí... eres TÚ... esa persona que he buscado sin quererlo durante tanto tiempo... eres TÚ.

El escalofrío recorre de nuevo mi columna, pero esta vez debido a una sensación de vacío al pensar en la distancia que nos separa... y esta vez no es metafórica... miles de kilómetros crean una barrera que a primera vista, desde la visión de la ilusión, es infranqueable.

Siempre me gustó ver el vaso medio lleno pero cuándo nos encontramos ante una situación en la que la ilusión importa más que cualquier otra cosa, el vaso no puede estar sino casi vacío o derramado. Haciéndonos sentir como aquél que todavía sabe llorar como si de un niño se tratase...

Pero gracias a ese niño, cargado de imaginación e inventiva, que todos llevamos dentro se nos ocurren distintas alternativas... opciones totalmente válidas pero que pueden cambiar nuestra vida en un segundo, poniéndola de golpe y porrazo patas arriba y haciéndonos dudar si todo lo recorrido para llegar hasta donde nos encontramos tiene sentido... y lo que es peor.... si merece la pena arriesgar todo lo vivido por una quimera.

Es en este momento en el que me pregunto... ¿Y ahora qué?